Que es el Maracanazo?

Escrito por el Jul 1, 2014

En pocas palabras, podemos decir que el Maracanazo (en portugués: Maracanaço) es el nombre con el que se conoce a la victoria de la selección de fútbol de Uruguay en el partido decisivo de la Copa Mundial de Fútbol de 1950 frente a la selección de fútbol de Brasil. Contra todo pronóstico, Uruguay ganó 2:1 a Brasil en el Estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Al final de esta publicación encontraras el audio completo del partido Uruguay – Brasil del Mundial de 1950.
Historia del Maracanazo, 16 julio 1950, Est. Maracaná
Si bien el campeonato se definió mediante una ronda final de cuatro equipos (jugando en la modalidad todos contra todos), el último partido se convirtió en una final «de hecho». Se jugó el 16 de julio de 1950 en el Estadio Maracaná en Rio de Janeiro, Brasil, frente a unos 173.850 espectadores, la mayor cantidad de espectadores jamás reunida para presenciar un partido de fútbol. El equipo favorito tras una campaña de invicto y goleador era Brasil que llegaba con 4 puntos producto de sus victorias (en ese entonces un partido ganado otorgaba dos puntos mientras que un empate otorgaba uno) por goleada frente a Suecia por 7-1 y España por 6-1, mientras que Uruguay llegaba habiendo obtenido 3 puntos frente a los mismos rivales (un empate por 2-2 contra España y una victoria ajustada de 3-2 frente a Suecia).

Los principales diarios de Rio de Janeiro ya tenían sus primeras planas impresas celebrando por anticipado el triunfo del equipo local, así el «Diario de Río» ponía como titular de su portada «O Brasil vencerá – A Copa será nossa«, mientras que el periódico «O Mundo» colocaba en su portada «Brasil Campeão Mundial de Futebol 1950«. Había muchas carrozas adornadas ya preparadas en Río de Janeiro para encabezar un auténtico carnaval de festejos y ya se habían vendido más de 500.000 camisetas con la inscripción de: “»Brasil Campeão 1950«”; el propio estadio Maracaná (recién inaugurado) se encontraba decorado con pancartas en portugués que decían “Homenaje a los Campeones del Mundo”.

Además las autoridades políticas brasileras habían acuñado monedas conmemorativas con los nombres de los futbolistas de la selección local. Había una banda de músicos presente en el estadio con instrucciones de interpretar el himno del ganador al final del partido, la confianza llegaba al extremo de no entregar a esta banda una partitura del Himno Nacional de Uruguay al considerarla innecesaria debido a la «inminencia» del triunfo brasilero. También los músicos habían sido preparados para tocar una marcha triunfal titulada «Brasil Campeão» compuesta expresamente para esta ocasión.

A pocas horas de comenzar el encuentro, la Selección de fútbol de Uruguay recibió la visita de los integrantes del cuerpo diplomático de la embajada, solicitándoles que sufrieran «una derrota digna«, es decir, sin goleada.

Incluso el mismo presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, estaba convencido de la victoria local gracias al ambiente triunfalista expresado por la afición brasilera. Rimet en el bolsillo derecho de su chaqueta llevaba un discurso en homenaje a los campeones brasileños, escrito en portugués.

Cronica del Partido Uruguay – Brasil en el Maracaná 1950
Antes de empezar el partido, los futbolistas uruguayos eran conscientes del enorme favoritismo del que gozaba la escuadra brasileña. El entrenador uruguayo Juan López Fontana deseaba evitar una derrota humillante, y pidió a sus jugadores que jugaran defensivamente; cuando López se retiró, el capitán uruguayo Obdulio Varela dijo a sus compañeros: «Juancito es un buen hombre, pero ahora se equivoca. Si jugamos para defendernos, nos sucederá lo mismo que a Suecia o España«.

El juego empezó a las 15 horas.

Al empezar el partido el equipo brasileño comenzó su habitual presión con los delanteros, en busca del gol y para liquidar el partido en el menor tiempo posible. El portero uruguayo Roque Máspoli logró contener los ataques brasileños exitosamente, y así finalizó la primera mitad del tiempo reglamentario, ambos equipos se retiraron empatados a cero, pese a la molestia en las tribunas por falta de goles.

A comienzos del segundo tiempo en el minuto 2, el brasileño Friaça anotó el primer gol de la tarde. Una gran celebración empieza a inundar el estadio, incluyendo algunos petardos. La algarabía dura poco pues el capitán uruguayo Obdulio Varela acude a reclamar una posición adelantada al árbitro, para ganar tiempo y restar tensión al partido; años después Varela reconocía que en el caso de seguir jugando en medio de la algarabía del público brasileño, el empuje de los futbolistas locales hubiera precipitado una goleada contra Uruguay. Ni siquiera los propios uruguayos comprendían lo que su capitán buscaba; pero lo cierto es que Varela sabía que provocar dicha discusión terminaría por «enfriar el partido».

Tras bajar la tensión del público y de los equipos, se reanudó el juego, y en el minuto 21, Ghiggia escapó por derecha y tras simular que remataría a la portería optó por el pase al medio del área, donde el ingreso sin marcas de Juan Alberto Schiaffino le permite igualar el marcador del encuentro. Aún con este resultado de 1-1 se adjudicaba a Brasil el mundial.

Finalmente, en el minuto 34 del segundo tiempo se articula otro ataque uruguayo donde Obdulio Varela lanza un pase hacia Alcides Edgardo Ghiggia, que entrega el balón a Julio Pérez, quien se la devuelve en corto a Ghiggia que supera al defensa brasileño Bigode, y finge como en el primer gol, lanzar un centro ante el arquero local Moacir Barbosa. Barbosa comete el error que marcará el resto de su vida: da un paso hacia adelante seguro que se repetirá la escena de primer gol y entrega una oportunidad en su primer palo. Ghiggia aprovecha la ocasión y patea un violento tiro entre el arquero y el poste. Anotó así el segundo gol para Uruguay y el estadio quedó en absoluto silencio. Inclusive los futbolistas uruguayos quedan impresionados con el repentino silencio en el recinto, donde minutos antes reinaba la euforia de la afición.

A punto de finalizar el partido, Brasil atacaba con todo su poderío, pero le fue imposible revertir el resultado. Al cumplirse el tiempo oficial, a las 16.45 horas, el árbitro inglés George Reader silbaba el final del partido, con lo cual estallaba la alegría de los jugadores uruguayos. Al finalizar el partido la mayor parte del público salió en silencio o llorando del Estadio Maracaná, los futbolistas brasileños mostraban abiertamente su pesar, y la prensa local lanzaba comentarios apenados e incrédulos ante una derrota totalmente inesperada; la banda de música traída para la ocasión no ejecutó pieza alguna, no percatándose de la ceremonia de entrega de la Copa Jules Rimet a Uruguay.

Reacciones después del partido:
Para los aficionados brasileños la victoria uruguaya fue una tragedia, comentada como la peor derrota deportiva del país. Se cancelaron los preparativos de una celebración que era obvia para muchos. Desde entonces la palabra Maracanazo ha quedado como expresión de derrota o desastre imprevisto, para los brasileños.

En cambio, para los uruguayos la fiesta fue total. La inesperada victoria llegaba a oídos en territorio uruguayo, gracias al inolvidable relato de Carlos Solé. La gente se volcó a las calles a festejar, lo que en un principio parecía un sueño inalcanzable. El desconcierto era tal tras la victoria uruguaya, que las 173.850 personas en el estadio quedaron enmudecidas apenas terminó el partido, donde la concurrencia de uruguayos era de apenas un centenar de personas, a tal punto de que los únicos sonidos que se escuchaban eran los del plantel celeste.

Cuando el encuentro estaba empatado 1 a 1, Rimet se dirigió a los vestuarios para preparar su discurso de felicitaciones para Brasil, pero cuando volvió al terreno de juego (ya terminado el encuentro) se llevó la sorpresa de no ver ningún festejo, ya que Uruguay había logrado la hazaña. Tan desconcertado quedó Rimet, que incluso la ceremonia oficial de entrega de la copa a Uruguay no se ejecutó: Rimet apenas pudo acercarse al capitán uruguayo Obdulio Varela en el borde del terreno de juego, darle un breve apretón de manos y entregarle casi a escondidas, el trofeo.
Años después recordaba Rimet:

“…Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Al término del partido yo debía entregar la copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente Brasil). Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar el partido (estaban empatando 1 a 1 y el empate clasificaba campeón al equipo local). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso, ni entrega solemne. Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. En el tumulto terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder decirle una sola palabra de felicitación para su equipo… ”

Ese día fue el último partido oficial de fútbol en el cual el equipo de Brasil jugó con uniforme totalmente blanco. En adelante la selección brasilera comenzó a utilizar la tradicional camiseta verde-amarela con pantalón azul, confiando que esta vez sí les traería buena suerte.

Años después Alcides Ghiggia de visita en Brasil pronunció una frase que refleja la repercusión del Maracanazo tanto para Brasil como para el fútbol mundial: «Solo tres personas fuimos capaces de silenciar el Maracaná; el Papa Juan Pablo II, Frank Sinatra y yo«. Unos años más tarde, el que fue capitán del seleccionado uruguayo ese día, Obdulio Varela, fue sincero y dijo: «La verdad es que si ese partido lo jugábamos otras 99 veces, las perdíamos todas, pero ese día nos tocó el partido 100».


Audio de los goles Uruguay vs Brasil, Maracaná 1950:

Gol de Brasil: 53:43
Goles de Uruguay: 1:13:18 // 1:27:10



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