Jordi Muñoz: el mexicano que paso de nini a millonario
Escrito por Radio Turquesa el Jun 12, 2015
Jordi Muñoz es un joven mexicano que se sobrepuso a muchos obstáculos, ser rechazado por el Sistema de Educación Superior, huir de un hogar roto, poner un puesto de tacos, embarazar a su novia y perderse en el amor.
Se fue sin documentos a Estados Unidos.
Ahora derrocha su talento para desarrollar drones, su empresa es líder mundial en esta tecnología.
La historia parece de película, es Jordi Muñoz, orgullosamente mexicano.
«La verdad que si, tienes que hacer lo que te gusta, punto», dice el creador de la industria de los drones.
Tiene 27 años, una empresa que factura 20 millones de dólares, casi 30 mil clientes, dos hijos y una creatividad imparable.
Su más grande sueño desde niño era ser piloto.
«Siempre quise ser piloto de avión, amaba los aviones y me encantaba jugar con legos, y ya más grandecito pues me interesaron las computadoras. Mi papá me consiguió una de segunda mano y es ahí donde ya mi vida se fue por un hoyo», relata.
A los 18 años se fue de su casa, en Tijuana, al Distrito Federal a estudiar aeronáutica al Instituto Politécnico Nacional (IPN), lo intentó en dos ocasiones y en ambas lo rechazaron.
Regresó a su tierra natal y puso un puesto de tacos de mariscos, en ese tiempo se enamoró, embarazó a su novia y se fue con ella a vivir a los Estados Unidos.
En esa etapa no podía hacer nada, ni estudiar, ni trabajar ya que esperaba su Green Card.
Ahí, sólo con su vieja amiga la computadora, descubrió un foro de tecnología en internet y se le ocurrió hacer volar un pequeño helicóptero, así que extrajo piezas de un Nintendo Wii, los ajustó y llamó la atención de los editores de la famosa revista de tecnología más influyente del mundo: Wired.
El resto es historia.
«Cuando yo empecé a hacer lo del dron, en realidad fue como un hobby, y el querer resolver un problema por no poder volar mi helicóptero, y es así como se fue dando. Yo estaba muy entretenido, fascinado con un videojuego para mi, pues se me hizo muy fácil, no se me hizo un trabajo como agobiante, era adictivo, dice.
Y luego ver que a la gente le gustaba y le interesaba, como que te sacas de onda al principio, como que guau, a la gente le interesa lo que estoy haciendo, pero es porque le puse mucho esfuerzo, le dedique mucho tiempo. Y que la gente lo quiera hacer, ya lo quiere usar, entonces cuando les facilitas el material se vuelve más divertido. Ya te empiezan a pagar por tú trabajo, agrega.
Así nació todo un sistema de control para aviones no tripulados, es decir, el cerebro que se pone dentro de cualquier aeronave y que vuela de forma autónoma.
Hoy este sistema es el más utilizado en el mundo y entre sus clientes destacan la NASA y Walt Disney.
«Que no les dé pena en público y que tampoco les de pena o miedo emprender o hacer algo. El consejo que siempre le doy a todos los chavillos es: Hagan lo que sea, no importa que tan difícil sea, no sé mandar algo a Plutón, pero háganlo, y empiécenlo a diseñar, pero el punto es que el camino que tomas para llegar a esa meta te va a exponer a otros caminos y a lo mejor con mejores oportunidades, y a lo mejor nunca llegas a Plutón, pero esos caminos nuevos que descubriste te pueden llevar a algo mejor, pero nunca los hubieras descubierto si no lo hubieras intentado desde un principio», ejemplificó.
Hace unos días estuvo en Monterrey en un importante foro para inspirar a los jóvenes y emprendedores con su historia, su vida se va entre la fabricación de nuevos modelos de drones y compartir su testimonio de éxito.
«Yo soy nerdo, estoy en mi esquina programando en la oscuridad y sí me ha costado un poquito de trabajo salirme de esa zona de confort y que me tiren en el escenario, pues es bastante, me da mucho nervio, y bueno ya he dado muchas conferencias, entonces ya como que ya no me pongo tan nervioso como antes, pero sí me sigue afectando muchísimo», agregó.
Es decir, de que se puede, se puede.